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Enrique Bonet

¡Que viva!

Actualizado: 20 nov 2021


En 1926 en México un gobierno anticlerical sacó ciertas leyes que prohibían el cristianismo: los sacerdotes no podían vestir como sacerdotes; se vetaron las congregaciones religiosas y las actividades de culto en muchos lugares.

Los mexicanos, protestaron. Primero pacíficamente, pero después se levantaron en armas. Se creó una guerrilla, que luchó contra el gobierno: los Cristeros.


Hay una película que cuenta esta historia.


En ese tiempo hubo un chico de 15 años -José Sánchez- que tenía tres hermanos mayores que se habían alistado en este ejército Cristero.

Su madre, a él no le dejaba.

Hasta que por fin, el chico convenció a su madre con una frase.

Le dijo: "Nunca ha sido tan fácil ganarse el cielo como ahora".

Morir por Cristo.

Y así morían muchos.


Un año antes, en 1925, el Papa había instituido la fiesta de Cristo Rey, para celebrar el reinado de Cristo. “Y su reino no tendrá fin”.


El niño José Sánchez fue a luchar. Lo tomaron prisionero y después de torturarle, le desollaron los pies y le hicieron caminar hacia su propia tumba. Su verdugo, el Zamorano, le preguntó: ¿Qué quieres que le digamos a tus padres? José respondió con voz de mucha fatiga: Que viva Cristo Rey y que en el cielo nos veremos.

El verdugo sacó su pistola y lo mató de un tiro en la sien. Eran las 11:30 de la noche en Michoacán.

¡Viva Cristo Rey! Así murieron muchos en esa guerra, pero también en otros lugares.

Sin ir más lejos, en les Avellanes, un monasterio del siglo XIV que está en Os de Balaguer.

Durante la guerra civil española había allí unos cuantos maristas. Se habían ido muchos porque se sabía que estaban matando sacerdotes.

Pero había tres que estaban enfermos y un cuarto, Aquilino, de 32 años, se había quedado con ellos para cuidarlos. Además se había quedado a cuidar de los novicios.


El camionero que trajo a los milicianos desde Balaguer, cuenta la siguiente historia:

“cuando me disponía a salir de Balaguer recibí una orden de un tal Chala obligándome a dejarlos subir al camión a él y a otros cuatro camaradas, supuestamente todos ellos milicianos, todos armados. Me ordenaron que los llevase al convento de Les Avellanes.

Llegados a la explanada del convento presencié la escena siguiente: yo me mantenía al volante; a cuatro metros delante de mí, se encontraba un individuo apodado El Peleteiro y otros dos, armados; y a una distancia de treinta metros, vi a cuatro hermanos maristas vestidos de seglar, en fila, contra la pared del frontón. No sabría decir cómo se llamaban ni quiénes eran exactamente, excepto el hermano Aquilino Baró. En aquel momento, pudimos intercambiar una mirada de saludo y de amistad. Los individuos que yo había transportado de Balaguer, Chala y sus camaradas, bajaron del camión y se juntaron con los de El Peleteiro; allí estuvieron un rato hablando.

Entonces, el hermano Aquilino se dirigió a ellos y les dijo: Quisiera hablaros.

El Peleteiro le respondió: Habla lo que quieras, mientras cargamos los fusiles.

Entonces – aunque los milicianos no le escuchaban – les dijo pausadamente y con valentía: Como hombre, os perdono; y como católico, os lo agradezco, pues ponéis en mis manos la palma del martirio que cualquier católico debe anhelar.

Seguidamente, El Peleteiro le pregunta: ¿Ya has terminado?.

Y el hermano Aquilino responde: ¡Viva Cristo Rey!

El Peleteiro le dice: Ahora, ¡date la vuelta!

El hermano Aquilino respondió: No, de cara.

Los milicianos dispararon y los cuatro cayeron al suelo”.”

¡Viva Cristo Rey!

Esta es la fiesta que celebramos el domingo.

Cristo es Rey, pero es un rey extraño, es un rey especial.

«¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí». Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».

Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí» (Jn 18,33b-37).


«Luego, ¿tú eres rey?».–pregunta Pilato sorprendido, porque está hablando a Jesús un hombre que dice que es rey, pero está sin ejército, sin corona, sin posesiones, ni siquiera libertad de movimientos tiene, porque está detenido.

¿Rey? ¿Qué tipo de reinado es este?

Pilato, no ve ese reinado por ninguna parte.

Y quizás tu y yo, ante esta fiesta, pensamos que tampoco.

Vemos la sociedad, nuestros amigos, las iglesias los domingos, las manifestaciones religiosas… y la gente no está allí…

¿Rey? ¿Qué rey?

¿Quiénes son los reyes?

Los reyes de Instagram… Cristiano Ronaldo, Ariadna Grande, Dweyn Johnson, Selena Gómez, Kim Kardashian, Kylie Jenner…

Más de cien millones de seguidores.

Lo que hacen lo ven más gente que españoles o franceses…

¿Quiénes son los reyes? Actores, Políticos, Periodistas…

Gente que habla y el mundo escucha.


Y la fiesta de Cristo Rey nos presenta un Rey preso…

Los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo:

«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».

Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:

«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».

(…)

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:

«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

Menudo rey…

Un rey en la cruz.

¿Este es el rey…? ¿Este es nuestro Rey… un fracasado?

Sin embargo, reina… mira.

Pero el otro malhechor, respondiéndole e increpándolo, le decía:

«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha hecho nada malo».

Y decía:

«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».

Jesús le dijo:

«En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23, 35-43).


Cristo es Rey porque reina donde importa.

No reina en la tele, no reina en las listas de famosos o de Instagram… No reina en la política…

Pero reina en el lugar más importante. En el corazón de los hombres.

En el corazón de los hombres y mujeres que le dejan entrar.

Y reina con tanta fuerza, que hace que sus amantes mueran gritando su nombre: ¡Viva Cristo Rey!

Y reconociendo su reinado mientras se retuercen en el dolor de la crucifixión.


A mi –dice Cristo- no le importa reinar por fuera.

Mi reinado es en el corazón de las personas.

Y tú, ¿me dejarás mandar en el reino de tu corazón? ¿Tu me dejas reinar en tu tiempo, en tu día? ¿Tu me dejas reinar en tu trabajo?

¿Me dejas que reine en tus aficiones? ¿Me dejas que reine en tus conversaciones?

¿Me dejas que reine en tus prioridades?

¿Me dejarás ser el Rey… de tu vida? (ese es el único reino que me importa).


Sí, Jesús, -te decimos.

¡Viva Cristo Rey!

Queremos que reines, Señor.

Queremos que reines en nuestro corazón. Aunque me cueste la fama, aunque me cueste alguna amistad, aunque me costare la vida… quiero que reines en mi corazón.


La Virgen de Guadalupe lleva un mato azul verdoso que solo los emperadores podían llevar. Es emperatriz: emperatriz de las Américas.

Está embarazada del emperador. Del Rey.


María, ojalá el reinado de Cristo en mi vida sea tan amplio y tan profundo, tan penetrante como lo fue en tu vida.



Enrique Bonet

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