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Enrique Bonet

El machismo de la Iglesia

Actualizado: 5 mar 2020


A principio de curso les pedí a un grupo de jóvenes que me pasaran una lista de temas que les interesaría que tratáramos en nuestras pláticas. Entre los que me dieron, no me sorprendió la petición de que les hablara del “papel de la mujer en la Iglesia”. Ellas son muy educadas y dicen las cosas muy delicadamente. Por eso –a buen entendedor, pocas-, lo que en realidad se leía era “¿No será la Iglesia machista?” o sin signos de interrogación, si se quiere.


En la sociedad del feminismo rampante, se ha acusado a la Iglesia de ser el baluarte del patriarcado. Y se trataba de ver qué había de verdad en ello.


Si uno se aproxima al cristianismo de la mano de las escrituras puede encontrar razones para pensar que es cierta esa acusación. Sorprende ver, en el ritual de matrimonio, una lectura propuesta de la carta de San Pablo a los Efesios en la que dice: Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia (...). Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo (5, 22-24).


Además, buscando un poco más, podemos encontrar otros pasajes que sacados de contexto, y sobre todo de contexto histórico, chirrían a oídos de cualquiera. Para muestra, un botón: Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive (Romanos 7, 2); Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen en la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas (1 Pedro 3: 1). Y otros que no citaré por no cansar [1].


A todo esto, súmese la negativa a la ordenación sacerdotal de las mujeres en un mundo en que igualdad se equipara a paridad y queda servido el atroz machismo eclesial.

Sin embargo, las cosas no son tan simples. Este es quizás uno de los principales problemas de nuestra sociedad: el simplismo. Emitir rápidamente un juicio habiéndose informado con un par de lecturas en diagonal, lo que hace que opinemos con muy poca capacidad de matizar. Y las cosas, suelen tener muchos matices...


En concreto, el cristianismo es desde su origen, absolutamente revolucionario en este ámbito y resulta, de hecho, paradójico tacharlo de machista.


Jesús comienza a predicar y ya rompe con un estereotipo machista de la época: hay mujeres que le siguen.

Frente a la tradición rabínica que no admitía alumnas, Jesús ya es revolucionario en esto. Además, éstas iban con él, como los demás discípulos hombres (cf. Lc 8, 1-3). Esta igualdad es una revolución. Es un escándalo.


Jesús escoge a mujeres como testigos de su resurrección. Las primeras que reciben la noticia de la Resurrección son mujeres y son las encargadas de dar testimonio de esta Buena Noticia (cf. Mt 28:8-10). Parecería una tontería, pero no lo es en una sociedad en la que el testimonio de las mujeres no se admitía en los juicios como probatorio. Es decir, su testimonio no tenía valor legal y sin embargo, Jesús las escoge para dar testimoniar la verdad más importante del cristianismo: la Resurrección.


Jesús reprueba la poligamia –que era siempre poliginia; nunca poliandria-. Es decir, hombre y mujeres son iguales frente a la institución familiar y tienen el mismo derecho de exclusividad en la relación. También se opone a la costumbre permitida en el judaísmo de las concubinas.


Es también el defensor de la igualdad incluso en la calificación del pecado. En tiempos de Jesús el adulterio de la mujer se castigaba con la lapidación. Jesús evita que apedreen a la adúltera y declara que el adulterio es pecado grave, tanto si el infiel es la mujer, como si lo es el hombre. Más igualdad revolucionaria.


Así, el cristianismo, lejos de lo que algunos piensan hoy, es el primero que rompe la opresión del patriarcado (si se quiere decir así) de una sociedad, la judía, fuertemente machista, como todas las culturas de esa época.

Esta tradición se continúa en la historia de la Iglesia con algunos ejemplos sorprendentes.


Santa Hildegarda de Bingen fue una monja del s XI. Fue abadesa, compositora, escritora, filósofa, mística, líder monacal, médica, polímata... Algunos la consideran madre de las ciencias naturales. En un mundo en el que la mujer estaba completamente sometida, en el ámbito monástico (directamente regulado por la Iglesia), se anima a las mujeres a cultivar las ciencias y realizar estudios. Lo que se considera una gesta de las libertades -que Elizabeth Blackwell ejerciera como médico a finales del siglo XIX- tiene ya su parangón en el monacato del s XI.


Otras mujeres en la Iglesia se convirtieron en escritoras y teólogas, maestras de la época: Gertrudis de Helfta, Matilde de Magdeburg; algo que no sucedía en ningún ámbito social. Sor Juana de la Cruz, en España, predicaba como los sacerdotes y sabemos que vinieron a escuchar sus sermones el cardenal Cisneros, don Juan de Austria y el propio emperador Carlos V.


Otra muestra de feminismo profético, es decir, ser feminista cuando nadie lo era, son las abadesas mitradas [2]. Mujeres con potestad quasi episcopal. Daban licencias a los sacerdotes para celebrar Misa y confesar en las iglesias y parroquias que estaban bajo su jurisdicción; expedían dimisorias para las órdenes sagradas, fulminaba censuras canónicas, sellaba con el sello abacial los despachos que dictaba, se oponía a los obispos…, en fin, lo que describe es una “jurisdicción quasi episcopal vere nullius, que le permitía obrar en su territorio, como un obispo en su diócesis…”. En cristiano, para que nos entendamos, eran obispos en muchas de sus funciones de jurisdicción y en muchos de sus atributos. Mujeres que mandaban como los hombres y estamos hablando de la Edad media.


Si saltamos al momento actual, no es de extrañar que algunas de las principales reivindicaciones del feminismo moderno: abolicionismo (de la prostitución), prohibición de la maternidad subrogada, evitar la exposición del cuerpo de la mujer como objeto, lucha contra la pornografía... son reivindicaciones seculares del cristianismo. Porque el cristianismo es feminista desde su origen.


No se puede negar que haya habido actitudes y actuaciones machistas a lo largo de la historia de la Iglesia. Es una institución humana compuesta por hombres y mujeres hijos de su tiempo y con los prejuicios del momento (y el machismo social es un rasgo de la cultura universal hasta mediados del siglo XX). Pero creo que es injusto tildarla de machista después de haber participado como uno de los actores protagonistas en la superación de muchas desigualdades de género; después de haber sido –aunque con defectos- un promotor de la igualdad de dignidad entre el hombre y la mujer.


¿Y entonces, como es que no permite la ordenación de mujeres? ¿No es eso machismo manifiesto?

Para responder a esto, recomiendo un artículo muy sugerente de C.S. Lewis. Vale la pena.


Jesús, como hemos visto, rompió en muchos aspectos el molde machista de su época. Pero en lo referente a la elección de mujeres como sacerdotisas ni siquiera hubiera tenido que superar ningún prejuicio, pues ya existían en otras religiones. Además, entre sus discípulas estaban las mejores –que, como narra el Evangelio, permanecen fieles junto a Él cuando los hombres huyen-… y sin embargo, no escoge a ninguna como apóstol. ¿Por qué? No lo sé. Pero es difícil no ver una intencionalidad en una decisión tan ilógica. Eso es lo único que la Iglesia acierta a decir [3].


Pero una persona ecuánime no verá en ello una manifestación de la opresión de patriarcado en una religión que “llevó su reverencia por una Mujer hasta el punto de que podría quizá denunciarse que la Virgen Bendita llegó a ser considerada casi como «la cuarta Persona de la Trinidad»” [4].


No es una casualidad que en la actualidad la mujer goce de una posición muy distinta en los países de tradición cristiana, que en los de tradición musulmana, hinduista o budista. No es casualidad. No es inteligente ser tan ingenuo de pasar por alto el abismo que separa esas culturas. El cristianismo fue el primero en romper techos de cristal. A pesar de los errores (de momentos de machismo) que evidentemente ha habido, creo que sería una ingratitud por nuestra parte, olvidar esta aportación cristiana a la humanidad.


¿Entonces la Iglesia es machista? Fue machista, como lo fue toda la humanidad (la Iglesia está en el mundo); tiene en su organización reminiscencias de ese machismo multisecular, como lo tienen todas las organizaciones humanas. Pero (y espero que este artículo haya ilustrado en algo esto) si alguien ha ido por delante en la defensa de la igual dignidad entre hombre y mujer, respetando sus diferencias, es Ella.



Enrique Bonet Farriol

 


1 “Pero quiero que sepáis que Cristo es cabeza de todo varón, y el varón es cabeza de la mujer (…) Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, porque él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón” (1 Corintios 11: 3.7-9). “Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación” (1 Corintios 14: 34-35). “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en trasgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia” (1 Timoteo 2: 11-15).


2 Abadesa de Conversano, de las Huelgas, de Ouedlimburg, de Fontevrault ...



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